Por Qué no me gusta vivir en Valdelagua


Image

Porque la casa es grande. He metido todo lo que tenía en el piso de Salamanca, pero me quedan muchos huecos y no sé cómo llenarlos.

Porque me gusta mirarme en el espejo de los ascensores. Y aquí no hay.

Porque todas las mañanas me duermo y ando tarde. En Salamanca me despertaba gracias al estrépito de los coches.

Porque no me gustan los cantitos de los pájaros. Los cantitos de los pájaros están sobrevalorados.

Porque las voces y las risas de los niños jugando fuera no me dejan dormir la siesta.

Porque los niños juegan demasiado fuera de casa. Han abandonado el móvil, la tableta, el ordenador y no practican las nuevas tecnologías. No van a poder competir.

Porque los niños ven demasiado poco la tele. No van a saber de qué hablar en el colegio.

Porque hay un exceso de vida social. En cuanto están dos días sin verme los vecinos (y las vecinas) preguntan por mí.

Porque por la noche me da miedo el cielo con tantas estrellas.

Porque hay piscina, frontón, pádel, pistas de tenis, hasta una tirolina. Y calles sin obstáculos para pasear o correr. ¿Cómo justifico yo ahora que quiero quedarme en el sofá viendo la tele?

Porque no hay escaparates en las calles.

Porque de vez en cuando huele a carne asada. Síntoma de vida social. Otra vez.

Porque no me gustan las flores. Las flores están sobrevaloradas.

Porque cuando voy con el coche por la urbanización tengo que circular despacio, con la prisa que tengo siempre. Y además me estorba el autobús. ¿Por qué tiene que haber un autobús cada cuarto de hora?

Porque hay personas que ayudan y colaboran gratis. Un despilfarro de tiempo y energías. La solidaridad está sobrevalorada.

Porque las personas que trabajan en la urbanización me conocen desde hace años. E incluso me llaman por el nombre. Y a mi me gusta el anonimato.

¡Menos mal que han abierto esta página para poder quejarme!